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"Quienes hacemos efectos especiales somos como magos, todo lo que hacemos es mentira"
Entrevista a Óscar Abades, especialista en efectos especiales cinematográficos
Andrea TORO y Daniel RIVERA
3 NOV de 2021
Óscar Abades es experto en efectos especiales, hijo del referente a nivel mundial en el mismo campo, Reyes Abades. La empresa familiar, ganadora de 9 Premios Goya, es conocida por su aportación en cintas de directores como Pedro Almodóvar, en «La piel que habito» de 2011; o Álex de la Iglesia, en «El día de la bestia» de 1995. Óscar desgrana lo que supone ser especialista en efectos especiales cinematográficos aportando su larga trayectoria.
¿Cuál fue la razón por la que empezó en esta profesión?
Siempre te intentan introducir en el trabajo familiar y, como cualquier trabajo, te puede gustar o no. Mi hermano y yo, cada vez que íbamos al taller, teníamos curiosidad por las cosas tan raras que se hacían, todo era muy distinto. Al ser algo desconocido por otros departamentos, la curiosidad que nos producía y la libertad que percibíamos a la hora de trabajar fueron las razones principales.
¿Dentro de la empresa cuál consideran que es su especialidad?
Dentro de los efectos no te puedes especializar en una cosa, tienes que curtirte en todos los efectos, si no estás muerto. Evidentemente, hay algún efecto que se te da mejor o te gusta más, pero tienes que trabajar todos porque si no se te cierran muchas puertas.
¿Creen que han sido pioneros en algún aspecto de los efectos en España?
Que lo diga yo puede sonar incorrecto, pero mi padre fue pionero en muchos aspectos del sector. Desde siempre invertimos mucho en I+D, por lo que siempre íbamos un paso por delante del resto en invención. En esta profesión somos como magos, todo lo que hacemos es mentira y enseñamos el resultado, pero no la manera de hacerlo, por lo que son muchos los que nos toman como referencia.
¿De qué trabajo se sienten más orgullosos en la empresa?
De cualquiera, por muy pequeño que sea, se valora por igual, los directores dedican el mismo esfuerzo. Las mayores tonterías pueden ser las más difíciles de realizar. Durante la proyección de una película salimos en los títulos de crédito y nadie conocía el efecto que había en ella. En la cinta, Fernando Fernán Gómez, hablaba durante hora y media y el único efecto era una vela que se consumía en ese tiempo, algo irreal.
¿Qué tienen sus efectos que les han llevado a ser galardonados 9 veces en los Premios Goya y a cosechar 20 nominaciones?
Muy sencillo, amor y mucha dedicación. No os imagináis el amor que le profesamos a este mundo, tanto mi hermano (César Abades) como yo. Nosotros tenemos fama de tener una carácter muy fuerte, no nos vale cualquier cosa, y a lo mejor lo que al director le convence a nosotros no, por lo que insistimos en volver a rodarlo. Con nuestro trabajo somos muy estrictos y le ponemos mucho amor.
¿Durante su carrera han sufrido algún riesgo o problema técnico por el que se hayan planteado abandonar el gremio?
No, nunca, son retos y cuanto mayor es el reto y más complicado es más te hace involucrarte en la profesión. A lo mejor te planteas bajar el ritmo o tomarlo de otra manera, pero esto se lleva en la sangre, es como una “droga”. Siempre lo digo, somos unos viciosos del trabajo.
Nos ha hablado de su padre ¿Cómo ha evolucionado la manera de hacer efectos especiales desde que vieron a su padre?
Ha cambiado radicalmente, cuando mi padre empezó era todo muy manual, muy físico y ha cambiado todo muchísimo. Hay que tener en cuenta que antes no se hacía mucho cine de efectos pero ya nos hemos acostumbrado todos a que lo que nos ponen en pantalla sea algo nuevo. Nosotros somos partidarios de estar al día, porque todo lo que es evolucionar es ayuda para nosotros y para el rodaje. Iremos a mejor, aunque sea más costoso, si no nos quedamos atrás.
A nivel de producción, ¿En qué cualidades cree que se distinguen los efectos españoles a los americanos?
Lo único que nos diferencia de los americanos y de los ingleses es el dinero y el tiempo. Cada vez se invierte más en nuestro departamento, son generaciones nuevas y los directores y productores destinan más dinero. Hasta hace poco éramos un departamento que acudía a los rodajes solo en momentos concretos, nuestra presencia ha aumentado notablemente. Si en ocasiones, nos hubieran dado los mismos medios, hubiéramos obtenido resultados punteros y superiores a los suyos.
¿Cómo ve el panorama actual del cine español en cuanto a los efectos especiales?
Bien, muy bien, va a más y perfeccionándose. Ha mejorado mucho y le depara un muy buen futuro. Antes eran producciones muy concretas las que requerían de efectos y ahora ha subido un 50%-60% su requerimiento en los rodajes, por no decir más. Antes solamente iba un técnico de efectos, ahora raro es el rodaje en el que no vayan 3 o 4 personas, si no más.
En varias entrevistas ha mencionado que su padre fue el mejor profesor posible que tuvieron. Tras su fallecimiento ¿cómo llevaron la empresa?
Fue duro, queramos o no, él era el cabeza visible, el que controlaba todo. En ocasiones, estás trabajando tan obcecado en un trabajo que no ves todos los problemas que hay alrededor y él estaba ahí para decirnos “cuidado, hay un problema con esto”. Al principio es complicado, pero de todo se sale. Nos enseñó mucho, dedicó parte de su vida a este trabajo y también a enseñarnos, fue muy tozudo en eso. Cuando tienes un buen maestro, o eres un cero a la izquierda, o puedes aprender rápido y bien si eres algo apañado. Nos ha enseñado muy bien.
¿Qué se llevan de su enseñanza?
El amor a la profesión, mucho. Él tenía pasión por su trabajo, y nos lo inculcó. No es una cosa que te enseñen, es algo que te hacen descubrir, y al final lo descubres y lo llevas contigo.
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