Calificado personalmente como como músico loco, Luis López Pinto es un
compositor de música para cine, especializado en piano. Con 12 años, su madre le
preguntó qué quería hacer con su vida y este le respondió que tocar el piano le
“molaba”. Desde entonces estuvo ligado a la música como profesor hasta que en
2014 dio un golpe sobre la mesa y cambió de vida, apostándolo todo a la composición
de cine. Actualmente, López trabaja componiendo tanto para cine, con su último
trabajo para la película «75 días» (2020); como para su propia carrera musical, con su
disco «Foundation», publicado en 2020.




¿Qué cualidades cree esenciales para componer un buen trabajo?

Una personal, el ego. Hay que quitarlo de la ecuación y servir a la película, al corto, al
disco, al artista en general. En esta profesión todos queremos tener el mérito de que sea
creación propia e igual que matas el ego también tienes que tenerlo y saber manejarlo. El
tiempo hace que te des cuenta de que no importas tanto tú como el legado que dejes en
función del proyecto que tienes, tu composición debe ser recordada, no tu nombre. 

A la hora de trabajar en una banda sonora ¿en qué influencias se apoya para la composición? ¿Quiénes o cuáles fueron las influencias más significativas en su trayectoria y su carrera como compositor?

Soy mega fan de John Williams, de pequeño escuchaba «Superman» o «Star Wars» y me obsesionaba. Reconozco también que Erich Wolfgang Korngold y Hans Zimmer, aunque de diferentes épocas, han sido compositores significativos en mi trabajo. En cuanto a la influencia en mi trayectoria diría Penka Kouneva, una mujer de Los Ángeles que a nivel compositivo me flipó. Tuve la posibilidad de vivir y de estudiar una temporada con ella y es alucinante, mejor que cualquier compositor actual que esté en auge.




¿Qué ocurre cuando se queda sin inspiración para componer?, ¿Cómo maneja esa situación?

No escucho nada, hace falta silencio, cuando tienes que hacer tanto metraje hay que componer mucha música al día. Me funciona mucho desconectar, hacer otra cosa, salir a pasear, estás fuera y se te ocurre lo que estabas macerando en tu subconsciente. Para mí, escuchar referencias es contraproducente porque al final terminas copiando, una de las cosas que todos los músicos tememos.

Graduado en Piano y Teoría de la Música por la Associated Board of Royal School of Music en Reino Unido y con un Máster en Film Scoring, como multiinstrumentista, ¿cómo compagina esto con la composición de bandas sonoras?

Para mí una cosa bebe de la otra, una de las cualidades que para mí tiene que tener un buen compositor de audiovisuales es conocer todos los instrumentos posibles. Como yo estudié piano, yo me siento a componer y mis ideas siempre nacen de poner la mano sobre un piano. La curiosidad es lo que te lleva a encontrar tu originalidad, cuanto más cine veas, más compongas y más instrumentos sepas tocar, para mí más rica es tu música y el resultado.

















En 2020 participó en la composición de la banda sonora del thriller «75 días», película basada en el crimen de las niñas de Alcàsser ¿Cómo visualiza, como compositor, el suspense y ese caso en especial?

Este proyecto fue muy complicado, se trata de un tema muy delicado y además sufrió
mucho para salir, porque ni siquiera se estrenó en su fecha original. En una banda sonora
lo que hacemos es mentir, tú estás acostumbrado a exagerar una narrativa, hacer un
personaje más malo de lo que es o más bueno pero aquí era complicado. Estás hablando de
algo real, de personas que han tenido una tragedia y lo difícil fue no dramatizar más a través
de la música lo que ya era esta historia. La tensión había que tratarla de una manera poco
artificiosa, porque si exageras el suceso, estarías haciéndole una caricatura, eso fue algo
realmente arduo en esa película.
















Siguiendo con «75 días», su cuarta película como compositor y la primera española,
¿Qué diferencias encontró respecto a las anteriores producciones extranjeras a la hora de trabajar?

Las principales diferencias fueron el lenguaje y la presión social. Parece mentira, pero explicar las cosas sin tener que estar traduciendo agiliza mucho, la comunicación en inglés al tener que pensar más, requiere mayor meditación con lo que dices. En «Junglemahal», por ejemplo, una producción para la India, fue complicada debido a las diferencias culturales. A lo mejor yo entendía la alegría como un estilo que para ellos significaba tradición y al revés. En cuanto a la tensión de la producción, en «75 días» teníamos mucha más exigencia, precisamente porque estás en tu país y aquí tienes que hacerlo de una manera.

¿Cómo ve la situación actual del mundo de la música en el cine español?

España no tiene una industria sólida y cuesta mucho acceder al núcleo principal. Entonces, todo lo que sea mantener el status quo de la industria en España lo veo como un fracaso. Si se abriera y democratizara un poco más y se dejara el espacio para que también internet no fuera un enemigo sino una herramienta de comunicación, habría un futuro en el que todo el mundo tendría cabida. Según mi experiencia, en Estados Unidos o Reino Unido hay industria, tienes la misma oportunidad que otra persona de acceder a un proyecto, cosa que en España no. Esa incomodidad laboral se exporta a todo el organigrama y muchos productores sufren porque la distribución en España es complicada y no tienen medios. Da la sensación de que estamos esforzándonos mucho para conseguir algo que creo sería tan sencillo como apelar a más protección por parte de la cultura. 

A finales del año pasado lanzó su álbum «Foundation», y actualmente está inmerso en
la producción del cortometraje «Una obra de Ficción” ¿Cuáles son sus aspiraciones?

Mi aspiración principal es seguir proyecto a proyecto, sin excesos, sin ningún tipo de afán
por el éxito, pero con cosas interesantes y originales que decir. Esa es creo la barrera más
difícil que tenemos que superar, ser original en este mundo en el que hay tanto tanto ruido.
Lo ideal sería poder vivir de esto muchos años y encontrar un equilibrio entre la vida, el
trabajo, el estrés y la belleza que exportas. Ese balance sería una cosa que pediría para el
futuro. Otra aspiración, obvia, sería ganar un Goya o un Oscar, en cuanto a premios.