Irene Garcés, es una directora, ayudante de dirección y script almeriense que
siempre ha sentido mucha ambición por trabajar en el mundo del cine. Garcés
acumula 80 premios y más de 300 selecciones internacionales. Entre sus 
cortometrajes más destacados se encuentran, «Tierra estéril» (2011), «Me llaman
Búho» (2013) y «Hubo un lugar» (2016). Actualmente está trabajando en el desarrollo
de su primer largometraje «Desaparecer», mientras colabora en diferentes proyectos
y ejerce de docente en la escuela de cine de Madrid TAI, donde reside actualmente. 
















¿Cuál es su visión en cuanto al cine? ¿Cómo aborda sus clases a la hora de impartir a los futuros directores? 

En mis clases de ayudantía y dirección, cuando empiezo a dar clase siempre les digo a mis alumnos que esta es una profesión de pico y pala. Se trabaja todos los días y deben entenderse todas las facetas de la producción y lo que implica este trabajo. Muchos de ellos, sobre todo los que estudian dirección, tienen esa ambición de ser directores algún día para dirigir su película. Y, no es que yo sea pesimista, sino que les digo que sean realistas. Por ejemplo, yo desde que empecé a descubrir el cine como tal, he tenido la ambición de poder dirigir cosas. Pero con el tiempo te vas dando cuenta de que hay caminos que te llevan por otro lado y descubres, por ejemplo en mi caso, la docencia cinematográfica, la ayudantía de dirección, que es un trabajo bastante duro y muy sufrido pero que me parece un trabajo  muy necesario y muy beneficioso para la producción, y también el trabajo de script donde puedes  aprender de otros directores y directoras.

Como directora y script ¿Qué es en lo que más se esmera o más horas le echa para luego acabar produciendo?

Me gustan mucho todas las fases, la preproducción, sentarte con el director, con el director de
fotografía y empezar a desarrollar la planificación, entender por qué la cámara se mueve de una
determinada forma y saber por qué es importante trabajar el fuera de cámara de una manera
determinada, eso me parece muy creativo y constructivo. También el proceso de casting es
interesante a nivel dirección, vas encontrando aspectos de los personajes donde a lo mejor al
principio no había nada, y esto a través de los actores y las actrices. Por supuesto, la adrenalina
del rodaje me encanta, el trabajo entre plano y plano me parece maravilloso porque es donde
realmente empieza a tomar forma todo. Yo soy carne de rodaje, los disfruto mucho por muy duros que sean pero sin duda me quedo con la parte de planificación del trabajo, de pensar los planos y ver cómo se materializa. 

Hablando del trabajo de un script, desde siempre esta labor ha sido infravalorada por el gremio, y antiguamente se le encargaba siempre a una mujer porque consideraban que era el trabajo fácil ¿de qué manera cree que esa perspectiva ha evolucionado?

Yo creo que ha evolucionado como el resto de puestos. Antes es cierto que eran montadoras y script los puestos en los que las mujeres tenían más carrera profesional que desarrollar. Hoy en día esto es muy complicado, pienso yo, teniendo en cuenta que la mayoría de la gente que trabaja es gente relativamente jóven. Es muy raro que te encuentres con alguien tan retrógrado como para pensar que sigue siendo un trabajo solo para mujeres. Yo he de decir que he tenido la suerte de nunca haberme encontrado, en más de 10 años rodando, con ese tipo de situaciones en las que una mujer, estando en un puesto que no se le asignaba tradicionalmente a la mujer, haya encontrado comentarios de algún hombre etc. Pero yo creo que en nuestra profesión ya ni siquiera es una cuestión que nos planteemos. 

Siguiendo con la figura de la mujer en el cine, es miembro de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), ¿A qué retos se enfrentan dentro del sindicato a diario?, ¿Cómo ve la figura de la mujer actualmente en el cine? 

Los principales retos yo creo que son buscar esa fuerza común entre todas las mujeres, hacer llegar ese mensaje de que existen asociaciones que velan por y para nuestros derechos. Aún así CIMA tiene más de 400 socias, estamos hablando de un número bastante alto, pero no es representativo del número de mujeres que trabajan en la industria. Es importante que conozcan este espacio y las oportunidades que le pueden dar. Yo creo que el reto más importante es reflejar lo que realmente está ocurriendo en la industria. El alto número de mujeres que hay en los rodajes, trabajando delante y detrás de las cámaras, en márketing, en distribución, en producción… Que eso se vea reflejado también a la hora de obtener nominaciones en los premios importantes. 

¿Cree que el ser mujer le otorga una perspectiva diferente de escritura, o solo es una
excusa para relegar a las guionistas a las comedias románticas?

Creo que la realidad, y se va demostrando en las películas que van saliendo año tras año, es que
las mujeres somos capaces de ser escritoras de la realidad social, más dramática e incluso de
películas más de acción. Las mujeres somos capaces de escribir de las realidades sociales más
dramáticas, un género no tiene por qué estar supeditado a una mujer. Y no sé hasta qué punto
pensar que la gente sigue creyendo esto. Quiero pensar en positivo y no pensar que la gente
adjudica directamente un género sexual a un género cinematográfico.

Para terminar, ¿Cuáles son sus aspiraciones dentro del cine?

Aspiro a hacer el cine en el que creo. Aspiro a vivir del cine, del cine en todas sus vertientes. Porque ahora mismo vivo del cine, con producciones que voy haciendo puntualmente, pero vivo del cine como docente de cine. Me parece otra forma muy interesante también de ganarte la vida y estar en contínuo reciclaje, aprendiendo y participando de nuevas mentalidades. Estar en una producción 12 horas, 5 días a la semana, durante 40 jornadas y sufrirla, porque una producción es dura. Pero estar trabajando para un proyecto que realmente tú digas: “esta es la película que quiero ir a ver al cine". Y salir diciendo "wow, que maravilla de película". Yo creo que eso es lo más satisfactorio, sin ninguna duda.